vendredi 1 février 2019

Sonreír en plena conciencia

El ejercicio siguiente es sonrío, dejo ir. «Inspirando, sonrío; espirando, dejo ir. Inspirando, sonrío a mi cuerpo; espirando, calmo mi cuerpo. Inspirando, sonrío a mis sensaciones; espirando, calmo mis sensaciones. Sonrío, dejo ir». Sonreír es una práctica eficaz. No hace falta estar contentos al cien por cien antes de poder sonreír, porque sonreír es una práctica de yoga: sonriendo, practico el yoga de la boca. Aunque no te sientas contento, sonreír te ayuda a relajar los músculos de la cara. Tu cara tiene unos trescientos músculos que se tensan cuando estás enfado o asustado: si en aquel momento te miras al espejo, ves la tensión en tu cara. Si sabes cómo respirar y sonreír, la tensión desaparecerá muy pronto y te sentirás mucho mejor. Puedes ayudar a una persona tensa con una sonrisa: enseguida se sentirá mucho mejor. «Inspirando, sonrío. Espirando, dejo ir la tensión».
Inspirando quizás te des cuenta de que estás enfadado por aquello que te ha hecho o dicho la persona que amas; espirando, sonríes porque sabes que eres capaz de abrazar aquellas palabras o acciones suyas y de estar en paz. Escríbete esta frase en un papelito del tamaño de una tarjeta de crédito y póntelo en el bolso o en la cartera que llevas al trabajo: «Aunque en este momento estoy enfadado con la persona que amo, en lo más profundo sé que soy capaz de ser paz». Después, cuando sientas que vas a perder el control, saca el papelito, léelo y ponte a respirar en plena conciencia. Es esencial actuar rápidamente, antes de perjudicarse a uno mismo o a la persona amada. Así que ponte a Buda en el bolso o en la cartera; cuando lo necesites saca la nota, léela y vuelve a la práctica.

Discurso sobre tomar refugio en uno mismo

Así le oí a Buda enseñar, un día que residía todavía en el Jardín de los Mangos, a la sombra fresca de los árboles de la orilla del río Barda en el país Magada. En ese tiempo, el Venerable Sariputra y el Venerable Maudgalyayana acababan de entrar en el Nirvana. Era el día de la luna llena, día de la ceremonia de la recitación de preceptos. Buda dispuso su cojín de meditación y se sentó ante su comunidad. Después de recorrer con la vista a todo el mundo, dijo:
Viendo nuestra comunidad hoy, veo un gran vacío. Es porque nuestros dos hermanos, Sariputra y Maudgalyayana, han entrado en el Nirvana. En nuestra comunidad, Sariputra y Maudgalyayana eran los más talentosos en todos los campos: dar charlas del Darma, dar consejos, instruir a los monjes, monjas y laicos y hablar con elocuencia.
¡Oh, monjes!, las dos riquezas que se persiguen en esta vida son la riqueza material y la riqueza del Darma. En la riqueza material, se corre detrás de las personas que viven en la sociedad. En cuanto a los bienes del Darma, se pueden adquirir de dos monjes, Sariputra y Maudgalyayana. El Tatâgata es alguien que no persigue nada, ni la riqueza material ni la riqueza del Darma.
Queridos monjes, no estéis tristes, no sufráis a causa de la partida de nuestros dos hermanos. Un gran árbol exuberante tiene sus raíces, su tronco, sus ramas, sus hojas, sus flores y sus frutos pero sabemos que sus ramas más grandes se romperán y morirán antes que sus ramas más pequeñas. Es lo mismo para aquella cadena montañosa que esconde tesoros: ¿la más alta cumbre no se deteriorará antes que las más bajas? En la comunidad de discípulos del Tatâgata, Sariputra y Maudgalyayana eran los dos grandes eruditos. Por tanto, es normal que estos venerables hayan entrado los primeros en el Nirvana.
Es por esto que os aconsejo que no os apenéis y que no sufráis. Todos los fenómenos nacen, viven y afectan a los otros fenómenos. Dicho de otra forma, todas las cosas condicionadas deben obedecer la ley de la impermanencia para llegar finalmente a la descomposición. Si deseamos que existan por siempre, sin descomponerse jamás, deseamos lo imposible. Ya os he recordado varias veces, que todo lo que amáis hoy, ciertamente deberéis abandonarlo o separaros de ello mañana. Yo mismo, me iré pronto.
Es por esto que deberíais practicar para ser una isla para vosotros mismos, para tomar refugio en vosotros mismos y no en otra persona. Entrenaos en tomar refugio en la isla del Darma verdadero. Sabed tomar refugio en el verdadero Darma, no toméis refugio en ninguna otra isla o en otra persona. Esta es la práctica de establecerse en la contemplación del propio cuerpo en el propio cuerpo, la puesta en práctica de los ejercicios con diligencia con el fin de nutrir la verdadera comprensión y la plena consciencia, de dominar y transformar las pasiones y las ansiedades en vosotros. Esto se llama también, la práctica de volver a la isla del ello/yo, de volver a la isla del Darma verdadero para tomar refugio en la isla del Darma verdadero y no en ninguna otra isla o en ninguna otra cosa.
Habiendo escuchado estas palabras de Buda, los biksus fueron felices de poner estas enseñanzas en práctica.




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