mercredi 30 mai 2012

Estilos de aprendizaje


Estilos de Aprendizaje

Son nuestras tendencias globales, las estrategias que usamos para orientarnos hacia una situación de aprendizaje.


Dos dimensiones generales:


Cómo procesamos la información:
Integral: Visión global, totalidad.Analítico: Por componentes
Cómo representamos la información:
Verbal: Palabras, textoVisual: Imágenes, video, color, símbolos


Sensitivos
Métodos probados
Aprenden de hechos
Pacientes con los detalles
Prácticos y cuidadosos
Ejemplos específicos de conceptos abstractos.
Aplicación práctica.
Intuitivos
Descubrir relaciones
Innovadores
Cómodos con abstracciones y fórmulas
Trabajan más rápido
Evitar la repetición
Conceptos teóricos que relacionen los hechos.
Secuenciales
Lineal.
Pasos y secuencias lógicas.
Globales
Integral. Panorama global.
Dificultad para detallar.


El mapa mental nos muestra seis diferentes estilos de aprendizaje:Lógico, Social, Solitario, Físico, Verbal, Auditivo, Visual

 

Buena suerte, mala suerte


Cuento de la Buena-Mala Suerte

Cuenta la historia, hace ya varios años, que en una comarca de algún lugar, vivía un granjero. Este se dedicaba a la siembra, ayudado por un viejo caballo. Un día el animal se fugó hacia una pradera.
Prontamente, llegaron hasta la granja todos los vecinos, haciéndole saber que se condolían por lo sucedido, "qué mala suerte" dijeron, a lo que el granjero respondió: "¿mala suerte, buena suerte?."
Dos semanas más tarde el caballo regresó acompañado de una tropilla de cuadrúpedos salvajes. Nuevamente se acercaron los colindantes y exclamaron: "¡qué buena suerte!", a lo que el granjero respondió: "¿Buena suerte, mala suerte?. Luego de unos días, el granjero le pide a su hijo que subiera a uno de esos caballos y que lo domara. El caballo era bravo, y no fue fácil tarea, tal es así que el joven acabó revolcado sobre la tierra y con una pierna rota.
Nuevamente todos se acercaron para expresarle al granjero sus compasiones: "¡qué mala suerte!", rápidamente sobrevino la respuesta: "¿Mala suerte, buena suerte?". Pasados tres días, llegaron al pueblo reclutadores para la milicia, buscando jóvenes que sirvieran a la patria para la guerra que se estaba por librar.
Como era de esperar visitaron la granja en busca del joven, pero al ver en las condiciones en que se encontraba su pierna luego del suceso con el caballo desistieron de reclutarlo, ya que no les serviría para sus propósitos. Los colindantes jubilosos se acercaron a la granja y expresaron ante el granjero: "qué buena suerte", la respuesta de éste fue: ¿"buena suerte, mala suerte?".

Reflexión: ¿qué es la suerte? Nada es lo que parece...

Objetivos SMART


Crear objetivos SMART (Specific, Measurable, Achievable, Relevant, Time-bound).

 
Específico, bien definido, claro y conciso.
  • ¿Qué es lo que quiero?
  • ¿En qué dominio?
  • ¿Quiénes estarían involucrados, de quién depende?
  • ¿Cuándo y dónde lo quiero conseguir?
  • ¿Cuáles son las estructuras de apoyo y recursos que me ayudarán a conseguirlo?
  • Identificar los riesgos
  • ¿Para qué lo quiero?
Medible, describir las etapas que es necesario recorrer para saber que voy avanzando hacia el objetivo.
  • ¿Cómo voy a reconocer si he alcanzado el objetivo?
  • ¿Cómo sabré que voy avanzando hacia mi objetivo?
  • ¿Cómo mediré el progreso?
  • ¿Cuáles son mis criterios de éxito?
Alcanzable, objetivos desafiantes pero aterrizados mediante la planificación de los pasos y estimando un tiempo. Aceptable, el objetivo preserva los intereses de todas las partes involucradas en su realización (ecológico). Ético, legal moral, sin manipulaciones.
  • ¿Qué es lo que voy a hacer específicamente para alcanzar el objetivo?
  • ¿A quién y a qué más podría afectar la consecución de este objetivo?  
Realista, algo en lo que estés dispuesto a trabajar y a conseguir. Considerar si es un objetivo relevante.
Conocer mis capacidades para llevar a cabo este proyecto, en función de los recursos que tengo ahora y aquellos que voy a desarrollar.
El objetivo que no es realista, es una prueba que genera estrés y procrastinación.

Tangible, cómo experimentas ese objetivo, con los sentidos.
Limitado en el Tiempo: Sin un cronograma o plazos, el objetivo no existe. 

jeudi 10 mai 2012

Principios de la Ontología del Lenguaje

Principios de la Ontología del Lenguaje

Primer principio de la Ontología del Lenguaje

"No sabemos cómo las cosas son. 
Sólo sabemos cómo las observamos y cómo las interpretamos.
Vivimos en mundos interpretativos."

Percibimos desde una perspectiva determinada, en un espacio y un momento específico y dentro de determinados condicionamientos; por lo que nuestras interpretaciones son limitadas.
Los seres humanos no contamos con la biología para percibir cómo las cosas son, no podemos acceder a "la verdad". 
Cada interpretación tiene el poder de abrir o cerrar posibilidades, facilita o inhibe determinadas acciones. Podemos transformar el mundo, transformando nuestrs interpretaciones.
El observador da sentido a lo que sucede y actúa.

Formas de cambiar la interpretación:
  1. Cambiar de punto de vista
  2. Ver lo que no está, la oportunidad en medio del problema
  3. Aumentar las distinciones (*).
(*) Una distinción es lo que nos permite diferenciar algo de un todo. Los seres humanos observamos según las distinciones que poseemos, a mayor número de distinciones, mayor capacidad de acción.

En el primer capítulo de El Principito, se presenta un ejemplo claro de este principio, para los adultos, el primer dibujo representaba simplemente un sombrero, mientras que para El Principito se trataba de algo muy diferente...
Me contestaron: "Por qué un sombrero podría dar miedo?"
Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba una serpiente boa que digería un elefante. Dibujé entonces el interior de la serpiente boa, para que las personas mayores pudieran comprender. Siempre necesitan explicaciones. Mi dibujo número 2 era así: 


Segundo principio de la Ontología del Lenguaje

"No sólo actuamos de acuerdo a cómo somos, (y lo hacemos), 
también somos de acuerdo a cómo actuamos. 
La acción genera ser. 
Uno deviene de acuerdo a lo que hace."

Este principio plantea la relación entre el ser y la acción. La acción genera ser, mediante el hacer, generamos el ser deseado.
Nuestras acciones revelan cómo somos.
Nuestras acciones además nos permiten transformar nuestro ser, devenir diferente.
Partiendo de la idea de que el lenguaje es acción, nuestras historias crean nuestra identidad.
  • Qué acciones elijo para entregar la mejor versión de mi ser al mundo?
  • Qué acciones elijo llevar a cabo ahora?
En el capítulo 21, cuando el principito encuentra al zorro:

¿Quién eres tú? - preguntó el principito- ¡Qué bonito eres!
Soy un zorro - dijo el zorro
Ven a jugar conmigo - le propuso el principito -, ¡estoy tan triste!
No puedo jugar contigo - dijo el zorro-, no estoy domesticado.
...si tú me domesticas, mi vida estará llena de sol. Conoceré el rumor de unos pasos diferentes a todos los demás. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra; los tuyos me llamarán fuera de la madriguera como una música...

Tercer principio de la Ontología del Lenguaje

"Los individuos actúan de acuerdo a los sistemas sociales a los que pertenecen.
Pero a través de sus acciones, aunque condicionados por estos sistemas sociales, 
también pueden cambiar esos sistemas sociales."

Este principio se refiere a la relación entre el individuo y los sistemas sociales.
El lenguaje surge de la convivencia social.
La dinámica del devenir se produce en la interacción entre el sistema social y el individuo.
El sistema condiciona al individuo y al mismo tiempo es el individuo quien crea el sistema.
  • Qué acciones puedo diseñar para transformar mi sistema: familia, organización, comunidad. Qué puedo hacer yo para cambiar algo en el sistema social en que me encuentro? 
  • Qué es lo que yo puedo lograr? Al tomar acciones específicas, como mostrar un estilo propio, puede que los demás miembros del sistema lo repliquen. Asumir el riesgo y ver qué sucede...
Ver Capítulo 1: Bases de la Ontología del Lenguaje, del libro Ontología del lenguaje de Rafael Echeverría.  

mercredi 9 mai 2012

Qué es la ontología del lenguaje?



Antes de profundizar en diferentes aspectos del coaching ontológico, es importante comprender sus orígenes. Quién mejor que el Dr. Rafael Echeverría para contarnos sobre los orígenes de la Ontología del Lenguaje.

En entrevista publicada en julio del 2000 en el diario El Clarín, Rafael Echeverría, responde a la prengunta ¿Qué es la ontología del lenguaje? ¿Cuándo y cómo surge?:

"No es posible ofrecer una respuesta breve a esta pregunta. La ontología del lenguaje representa la convergencia de dos líneas autónomas de indagación que se llevan a cabo durante el siglo XX. Curiosamente, ambas se encuentra ya esbozadas, de manera germinal, en el pensamiento de Friederich Nietzsche, a fines del siglo XIX. Pero será durante el siglo pasado que ellas registran sus más importantes desarrollos. La primera de estas líneas de indagación es aquella que busca replantearse la pregunta sobre el ser humano. Entre sus representantes más destacados figuran los filósofos continentales Martin Heidegger y Martin Buber. Para Heidegger ontología es la respuesta que damos a la pregunta por el ser humano o, dicho de otra forma, es la respuesta que damos a la pregunta sobre aquel ser que se pregunta sobre el ser. No conocemos otro ser que se pregunte sobre el ser que no sea el ser humano. De acuerdo a cómo contestemos a la pregunta ontológica, a la pregunta sobre lo que significa ser humano, definiremos los parámetros básicos dentro de los cuales contestaremos cualquier otra pregunta que se nos haga.
La segunda línea de indagación surge de desarrollos que se registran en la filosofía analítica, muy diferente ésta de la filosofía continental. Su principal preocupación se dirige a replantearse el fenómeno del lenguaje. Entre sus representantes principales podríamos mencionar a Ludwig Wittgenstein y J.L. Austin, fundadores de la filosofía del lenguaje. A partir de sus contribuciones se logra reinterpretar el carácter del lenguaje. Mientras nuestra concepción tradicional concebía al lenguaje como algo fundamentalmente pasivo y descriptivo, como un instrumento al servicio de la conciencia que le permite a ésta “expresar”, “transmitir”, “comunicar” lo que percibimos, pensamos y sentimos, los filósofos del lenguaje disputan esa interpretación y nos muestran que el lenguaje es también activo y generativo. Con el lenguaje no sólo describimos y transmitimos lo que observamos. Los seres humanos también actuamos a través del lenguaje y al hacerlo transformamos nuestras identidades y el mundo en el que vivimos, transformamos lo que es posible y construimos futuros diferentes.
Tratándose de dos líneas autónomas, concebidas muchas veces en oposición la una con la otra, ambas  corrientes filosóficas exhiben una tendencia a abordar el tema principal de la otra. Es así, por ejemplo, como Heidegger en sus escritos tardíos reconoce que la pregunta ontológica, sobre el carácter del ser humano, conduce al tema del lenguaje. “El lenguaje”, nos dice Heidegger, “es la morada del ser”. Algo similar observamos en los filósofos del lenguaje. Al igual que lo que sucediera con Heidegger y Buber, ellos también colocan la mirada en la otra ribera. “Todo lenguaje”, nos dice Wittgenstein, “expresa una particular forma de vida”.
Mientras esto sucedía en la filosofía, desde la biología se producen desarrollos de gran afinidad con los primeros. Desde fundamentos muy diferentes, se inician esfuerzos por comprender las raíces biológicas de los seres vivos y, dentro de ellos, de manera particular, de los seres humanos. Estos desarrollos tienen el gran mérito de introducir en este campo de reflexión, tanto el rigor científico, como el enfoque sistémico. Desde muy temprano, diversas propuestas efectuadas desde la biología teórica postulan la estrecha relación entre los seres humanos y su capacidad particular de lenguaje. Dentro de ellas destaca la obra del biólogo Humberto Maturana, que tendrá una influencia decisiva en la Ontología del Lenguaje.
Fernando Flores, ingeniero y filósofo chileno, tiene el gran mérito de haber sido el primero en comprender que todos estos desarrollos eran convergentes y que lejos de estar en oposición los unos con los otros, en rigor se complementaban y eran capaces de producir una poderosa plataforma interpretativa. Flores podría ser acreditado también como el fundador de la ontología del lenguaje, salvo por el hecho de que no la llama así. El esfuerzo de síntesis que propone Flores es llamado diseño ontológico. En él ya se encuentran, en grados diversos de desarrollo, muchos de los postulados básicos de lo que más tarde tomará el nombre de ontología del lenguaje. Pero el nombre utilizado por Flores no es inocente. En mi opinión, tal nombre refleja su interés por desarrollar una disciplina o conjunto de prácticas de alto poder transformador.  Pienso, sin embargo, que ello se realiza en desmedro de un esfuerzo por generar una articulación discursiva coherente, capaz de servir de base a posteriores desarrollos disciplinarios.
A fines de la década de los 80, tuve el privilegio de trabajar con Flores. Gran parte de lo que hago arranca de esa experiencia. Flores me muestra la posibilidad de esa gran síntesis y me hace partícipe de los importantes pasos dados por él para avanzar en su concreción. En 1989, sorpresivamente Flores anuncia su decisión de volcarse por entero hacia la consultoría de negocios  y de distanciarse del trabajo de elaboración teórica y filosófica. Fui de la opinión de que dejaba una obra inconclusa, obra que debía completarse. Ello me llevó, en 1990, a renunciar al trabajo que realizaba con Flores, buscando crear condiciones para retomar y completar lo que consideraba que él dejaba inconcluso. 
Parte importante de los desarrollos que realizara a partir de mi alejamiento, buscaron retomar y revisar muchos de los temas elaborados por Flores, añadir algunos temas claves adicionales y, por sobre todo, avanzar hacia un esfuerzo comprensivo de síntesis y articulación. No puedo desconocer de que parte importante del trabajo ya estaba hecho. Piezas claves del puzzle ya habían sido producidas por Flores y su equipo. Pero ellas no lograban siempre articularse en forma coherente y era necesario realizar un importante trabajo adicional. El resultado de ese trabajo fue mi libro Ontología del lenguaje, publicado en 1994. Si bien yo ya había acuñado el término “ontología del lenguaje” en algunos escritos privados utilizados en mis programas de formación, en los años inmediatamente anteriores a la publicación, tal nombre sale a la luz pública con el lanzamiento del libro. 
El nombre utilizado, siempre discutible, buscaba fundamentalmente dos objetivos. El primero, disponer de una distinción, proponer un nombre, situado al nivel discursivo, para referirse al encuentro y la convergencia de las tradiciones descritas y a la articulación particular que proponía de ellas. El postulado desde el cual operaba era que dicho nombre debía situarse, primero, al nivel de un discurso y no sólo al nivel de una disciplina. Antes de la publicación del libro, ese nombre faltaba. Prueba de lo anterior fue la forma como dicho nombre fue tomado por todos quienes entraban en las agitadas “aguas ontológicas”. El segundo objetivo era dar con un nombre que expresara el fundamento de aquello que connotaba: la importancia del lenguaje para responder a la pregunta ontológica, la pregunta que busca responder por qué los seres humanos somos como somos."