vendredi 24 août 2018

Depresión: El secreto abierto - Jeff Foster

No huyas de la tristeza. Puede contener medicina.
A menudo me animo cuando alguien reporta tristeza sin causa e inexplicable, aparentemente no relacionada con sus circunstancias de vida. Veo la tristeza, como las otra olas en el océano de la vida, como una invitación, una invocación, una llamada a abrirse a verdades más profundas de la existencia, a reconocer nuestra vastedad inherente.
La vida es agridulce. Las cosas bellas de ahora, pasarán. Todo es impermanente y sin fundamento. Usted morirá, al menos en esta encarnación. Cada persona que ama pasará. Su éxito se convertirá en fracaso. Lo que tiene, puede perderlo. Su cuerpo dejará de funcionar en la forma en que lo hace ahora. Nada es cierto, todo se pone en duda. El agua de existencia relativa se desliza a través de nuestros dedos muy fácilmente. Nuestra alegría está teñida de tristeza. Nuestra felicidad está llena de nostalgia. El yin y el yang de las cosas no le permitirán establecerse en un opuesto independiente. No hay hogar para personas sin hogar aquí.
Contantar esta verdad agridulce más profunda de la existencia, encontrar el terreno crudo del ser, sin protección y sin preparación puede inicialmente presentarse como melancolía e incluso de desesperto, pero esa perturbación existencial puede contener riquezas ilimitadas.
En el punto del desespero, cuando el suelo se desprende a nuestros pies y nuestras vidas pierden el control (¿estaban alguna vez en control?), a menudo somos medicados, o nos auto-medicamos, con pildoras o sexo o alcohol o medicación. A la ciencia le gustaría reducir nuestra situación existencial humana hasta la disfunción de químicos cerebrales, que se remedia fácilmente con unas pocas píldoras inofensivas prescritas por alguien con un certificado ganado con esfuerzo. Y tal vez aquellas teorías tienen validez - a través de ciertos lentes. Pero hay muchos otros lentes. Infinitos lentes. Hay miriadas de lados en este diamante de la experiencia humana, y sería una pena reducirnos a nosotros mismos a químicos o neurones.
Si Jesús hubiese tomado anti-depresivos en la cruz, el - y nosotros - no habríamos entendido.
Tal vez nuestra depresión no es una enfermedad - aunque nunca discutiré con alguien que quiera defender ese punto de vista- sino un llamado a quebrar, a dejar ir, a soltar las viejas estructuras e historias que hemos sostenido sobre nosotros mismos y el mundo y descansar profundamente en la verdad de quién somos realmente. La sabiduría convencional haría que te alejaras de la melancolía en lugar de enfrentarla. Amigos y familia bien intencionados y gurus de auto-ayuda pueden querer arreglaro, para devolverlo a la normalidad, hacerlo más positivo, lo que sea que eso signifique. ¿Y qué pasa si lo normal ya no encaja? ¿Qué si necesita despojarse de mitad de su piel y no volver a ella? ¿Y qué si su tristeza, y dolor, y miedo y todas las olas en el osceano de la vida, simplemente quieren moverse en usted, para finalmente expresarse ellos mismos creativamente y no ser empujados afuera?
¿Y qué si no está tan limitado como le hicieron creer que lo estaba? ¿Y qué si usted es lo suficientemente vasto para sostener y contener todas las energías de la vida, lo "positivo" y lo "negativo". ¿Y qué si está más allá de los dos, un oceano de consciencia unificado, sin límites y libre, en el cual incluso el desespero más profundo tiene un lugar de descanso?
¿Qué tal si su depresión fuera simplemente su llamado a sí mismo para volver a casa, en la única forma que usted lo sabe?

Aucun commentaire:

Enregistrer un commentaire