El tercer volumen de los diarios de Anaïs Nin ha estado en gran rotación las recientes semanas, cosechando meditaciones sobre la vida reflexivas y atemporales de Nin, Paris vs. New York, lo que hace a una gran ciudad y la alegría de las labores manuales.
La siguiente entrega, El Diario de Anais Nin, Vol. 4: 1944-1947 (biblioteca pública) es un tesoro oculto igualmente rico de sabiduría en todo desde la vida hasta el amor, el arte de escribir. De hecho, el don de Nin brilla más poderosamente cuando ella aborda todos esos temas y más en solo unas pocas frases maduras.
Tal es el caso con la siguiente carta de consejo exquisita que ella envía a un aspirante a escritor de diecisiete años llamado Leonard W., a quien ella ha tomado bajo sus alas como mentora creativa. Nin escribe:
Me gusta vivir siempre en los comienzos de la vida y no en su final. Todos perdemos algo de nuestra fe bajo la opresión de líderes locos, historia insana, crueldades patológicas de la vida diaria. Por naturaleza, siempre estoy comenzando y creyendo y encuentro su compañía más fructífera que la de, digamos, Edmund Wilson, quien afirma sus opiniones, creencias y conocimientos como última verdad. Personas mayores caen en patrones rígidos. La curiosidad, riesgo, exploración son olvidados por ellos. Usted no ha descubierto aún que tiene mucho para dar, y cuanto más da, más riquezas encontrará en si mismo. Me sorprendió que sintiera que cada vez que escribe una historia regala uno de sus sueños, y se sintió más pobre por esto. Pero entonces no ha pensado quee ste sueño es plantado en otros, otros comienzan a vivirlo también, es compartido, es el comienzo de la amistad y el amor.
[…]
No debe temer, reprimir, contar o ser un avaro con sus pensamientos y sentimientos. También es verdad que la creación viene de un desbordamiento, así que tiene que aprender a ingerir, embeberse, nutrirse a sí mismo y no temer la plenitud. La plenitud es como una oleada que luego le lleva, le barre en la experiencia y en la escritura. Permítase a sí mismo fluir y desbordarse, permita el aumento de la temperatura, todas las expansiones e intensificaciones. Algo siempre nace del exceso: el gran arte nació de grandes terrores, gran soledad, grandes inhibiciones, inestabilidades, y siempre las equilibra. Si le parece que me muevo en un mundo de certezas, usted, en cambio, debe beneficiarse del gran privilegio de la juventud, que es lo que lo mueve en un mundo de misterios. Pero ambos deben ser regidos por la fe.
El Diario de Anais Nin, Vol. 4 está lleno de una sagacidad poética pero práctica sobre la vida creativa y es una bella adición a otros consejos famosos sobre la escritura como las 8 reglas para una gran historia de Kurt Vonnegut, los 10 tips sin sentido de David Ogilvy, los 11 mandamientos de Henry Miller, las 30 creencias y técnicas de Jack Kerouac, los seis pistas de John Steinbeck, y los aprendizajes sintetizados de Susan Sontag.
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