vendredi 29 juin 2018

Soy un "anti – carrera" y usted también debería ser uno

Desprecio las carreras. No esta o aquella carrera sino todas las carreras. Quiero decir que desprecio el concepto de “carrera” porque creo que es una mala idea – y destructiva.
Soy un "anti-carrera". Kate McFarland, proponente de un estilo de vida "anti-carrera" y quien creó el concepto, define a un anti-carrera como “alguien que escoge rechazar la búsqueda de una carrera en su propia vida.” Lo que me hace un anti-carrera en un sentido incluso más fuerte u objetivo, pues creo que poner cualquier carrera al frente y en el centro de la propia vida, sin importar quién sea uno o en qué carrera uno esté, es una idea mala y destructiva.
Mi objetivo es convencerle de ello.

¿Qué es una Carrera?

El ex presidente de Facebook, Sean Parker, una vez declaró: “Creo que una carrera es algo que su padre trae a casa en un maletín cada noche, luciendo cansado.” Sentimiento con el que estoy de acuerdo, pero como definición sigue siendo confusa. Está bien entonces, ser más claros primero sobre lo que voy a atacar vehementemente.
Una carrera no se puede reducir a un trabajo o a una cadena de trabajos. Cuando niños, algunos de nosotros tenía trabajos (y un trabajo puede ser comprendido en parte, como lo expresa Robert Bellah et al. “una forma de hacer dinero y ganarse la vida”), pero con razón no pensamos que esto fuera el comienzo de nuestras carreras. No, una carrera es cierta clase de relación continua que tenemos con un trabajo remunerado (o con una mezcla de trabajo no-remunerado y remunerado). ¿Pero qué clase de relación es esta?
En su libro Hábitos del Corazón: Individualismo y compromiso en la vida americana, Robert Bellah et al. define una carrera como “el trabajo [que] traza el progreso de una persona a través de la vida por logros y avances en una ocupación”. Esta definición tiene muchas cosas correctas: la centralidad del trabajo en la vida de cada persona, la importancia del progreso en el trabajo y los hitos claves marcados por los logros y avances en el trabajo. También implica, la idea de que si uno deja las finanzas y entra en la tecnología, entonces uno deja atrás una carrera por el bien de otra.
Sin embargo, el libro, publicado originalmente en 1985, no pudo prever el auge del trabajo independiente y de los portafolios de agentes libres, alguien que, siendo un producto del siglo XXI, “se inspira en otras disciplinas para crear una carrera adaptable, diversificada y personal”. Esto es la carrera personalizada, no estandarizada. Quien ofrece portafolios puede no pertenecer a ninguna industria u ocupación, pero de alguna forma ellas toman lo que está haciendo como una pieza con el portafolio de carrera de su estrategia.
¿Cómo podemos elaborar una definición que combine la Carrera 1.0, del Hombre leal a una sola corporación de la Organización de mitad de siglo, con Carrera 2.0 el agente libre neoliberal?
Definiré cualquier carrera sea la que sea como una historia de progreso centrada en el trabajo en primera persona sobre un curso de vida individual, una historia que confiere un sentido de propósito y unidad sobre experiencias de trabajo específicas (prácticas, trabajos, actuaciones, proyectos, premios, ascensos, etc.) como también una identidad formal (periodista, bombero, contador, coach ejecutivo, asesor de arte independiente, etc.) sobre un individuo. El objetivo de la carrera y entonces de la vida del “carrerista” es el éxito en el trabajo.
Un ejemplo de Carrera 1.0 puede ayudar. Durante un tiempo, las universidades han sido básicamente criaderos de “carreristas” (para ver esto, solamente piense en los consejeros de carrera, los centros de recursos profesionales, contratación de carrera y centros de avance…). Un estudiante va a la universidad y allí es preparado y clasificado en un campo particular o disciplina. Pronto debe elegir una industria para comprometerse (por ejemplo, periodismo), debe adoptar una identidad (un periodista), es alentado para elegir una especialidad (periodismo investigativo) y entonces graduarse y tal vez hasta su retiro se le dice que embarque una historia de progreso centrada en el trabajo y enfocada en asegurar posiciones periodísticas de más y más prestigio, escribir un libro o libros bien recibidos y lograr premios reconocidos por sus colegas en su industria. Este proceso transformativo puede ser traducido en una fórmula: “Yo soy un periodista trabajando en el campo de periodismo específicamente en A, y mediante mis experiencias de trabajo a través de los años estoy tratando de progresar de X a Y en el campo del periodismo”.
Millones de personas están viviendo sus propias versiones de esta historia cada día. Y es bastante malo.

Nueve Argumentos contra el “Carrerismo”

Presento nueve argumentos contra el “Carrerismo”:
Primero, una carrera, que es asumida para ser aplicable a todos (o implica, todos los que tienen suerte), es solamente un concepto de cuello blanco que nunca ha sido aplicado a las personas de clase trabajadora. Instaladores de tuberías, carpinteros y electricistas han tenido sustentos, no carreras. Mis tíos y primos que viven en Michigan rural eran granjeros y tenderos, no “carreristas”. En este sentido, la carrera no tiene en cuenta las desigualdades de clase y estatus y es realmente una forma implícita de esnobismo.
En segundo lugar, una carrera es una ilusión cultural compartida: ninguna carrera, ya sea de la clase que sigue la trayectoria ascendente clásica o ya sea de la variedad más independiente que es modelada en el “portafolio”, puede representar adecuadamente la realidad vivida. Si solamente prestamos atención, pronto descubrimos que nuestras vidas pueden fluir como agua, moviéndose de un lado a otro conforme a muchos factores, especialmente los no relacionados con trabajo. Podemos hacer muchas cosas diferentes en momentos distintos; nuestros intereses pueden subir y bajar o cambiar de dirección; nuestras curiosidades, ir más allá de los límites del trabajo, pueden acceder a energía vibrante en esquinas inexploradas. Siempre que no nos enfrentemos a la fuerza violenta unificadora de la carrera, nuestros días, nuestros años pueden moverse en zigzags, en remolinos y piscinas, en corrientes descendentes, en círculos abiertos. Con respecto a su imagen de lo que una sociedad comunista podría ser, Marx escribió una vez que como “nadie tiene una esfera exclusiva de actividad”, cada quien es libre para “hacer una cosa hoy y otra mañana, cazar en la mañana, pescar en la tarde, criar ganado por la noche, criticar después de la cena” todo “sin siquiera convertirse en cazador, pescador, ganadero o crítico”. Amén a esto.
Tercero, las carreras son grandes trampas. Desde una edad temprana, los niños son adoctrinados en la ilusión cultural compartida centrada en lo que ellos quieren ser cuando sean grandes, son conectados a la educación institucional durante 17 o más años, cargan con una deuda de préstamo estudiantil después de graduarse de la universidad, escuela profesional o escuela de posgrado, están moldeados en una “esfera exclusiva de actividad”, y finalmente ellos están acorralados como esclavos asalariados (en alguna variedad de Carrera 1.0 o 2.0) por el resto de sus vidas – la justificación para todo esto es que estaba al servicio de sus carreras. Es peor que un triste maletín, es un mal negocio.
Cuarto, la carrera infunde en el “carrerista” una auto-importancia inapropiada. Estoy en el centro de mi historia, me apresuro y utilizo al otro para salir adelante, debo darme crédito por lo que he hecho y entonces en mí siempre hay, como el filósofo Bernard Williams expresó tan acertadamente, “un pensamiento de sobra”. No soy, por ejemplo, simplemente amable de una manera intuitiva e inmediata, lo trato con amabilidad porque tengo el pensamiento de ser una persona amable. Doctorarse – un verbo- está bien, pero cuidar a un paciente porque uno tiene el pensamiento de auto-importancia de que uno es un doctor en una trayectoria ascendente no lo es. Sabiamente, en el Tao Te King, Lao Tze escribe que el sabio Taoísta se involucra en “Se trata de crear y, sin embargo, no hacerlo; trabajar y no tomar crédito por ello. El trabajo se hace y luego se olvida.” Una carrera, registrada y siempre actualizada en un CV o resume, no nos dejará olvidar lo que hemos hecho. Cada producto o proyecto, no un regalo, se convierte en suministro para un obituario pretencioso para ser escrito sobre nosotros algunas décadas después.
En quinto lugar, las carreras requieren que seamos transformados en profesionales y el profesionalismo es justo eso tan terrible. La actitud profesional es distante, rígida, efectiva y sobre todo, frígida. El profesional no es el Buen Samaritano, alguien que graciosamente recoge a un extraño moribundo en el camino, pues se acostumbró a decir “Usted no es mi responsabilidad a menos que “su caso” encaje en mi bien definido conjunto de deberes”. A través de un proceso de auto-disciplina profesional, nos enseñamos a nosotros mismos cómo convertir nuestros corazones en hielo. Si giramos nuestra cara a otros como personas, es afortunadamente porque la profesionalización no se mantuvo del todo.
Nuestras deficiencias éticas descritas en los argumentos cuarto y quinto se corresponden con nuestros déficits estéticos. Sexto entonces, reducir nuestra atención por décadas en una carrera nos convierte en seres humanos triviales. Esto es porque volvernos profundos implica nuestra confrontación directa y continua con grandes asuntos existenciales de la vida: nuestro sufrimiento, el engaño de otros, la locura humana, la existencia de una realidad superior, y nuestra distracción con el misterio, las cosas que no entendemos y tal vez nunca podamos entender. La profundidad en nosotros contribuye a la plenitud en la vida. Sin embargo un enfoque único en el éxito de la carrera, nos reduce al extremo de la superficialidad. Nos convertimos, en palabras de Nicholas Carr, en “personas panqueques” y entonces no merecedoras del don de la consciencia humana.
Séptimo el “carrerista” no suma el costo del colapso de la comunidad. Desde al menos el siglo XVIII, la crianza de los hijos Americanos ha sido orientada hacia el desarrollo de “individuos independientes y auto-suficientes”. Para este fin, Bellah et al. enfatizan cómo el tema Americano de “dejar la casa” ha jugado un rol clave en ese desarrollo. La crianza de los hijos les facilita a los jóvenes adultos convertirse en autosuficientes, entonces abandonan su ciudad natal donde crecieron, obtienen alguna clase de educación profesional y gastan sus vidas tratando de dejar huella en el mundo a través de su trabajo. Si, en este esquema educacional, la auto-suficiencia es el tronco del árbol y las ramas son dejar la casa, entonces la carrera es la apertura de la flor. Pero el costo incontable de esta fuerte independencia es la sensación de desarraigo, la destrucción de los lazos intergeneracionales de familia (la vida rural de ciudad pequeña anclada en creencias religiosas ha desaparecido), el aumento inexplicable de la ansiedad y la profunda soledad no expresada de los individuos solitarios viviendo en Nueva York sin nadie más que ellos mismos y conexiones profesionales débiles en las que confiar.
Octavo, tener una carrera es un pálido sustituto de lo que Nietzsche una vez llamó “muerte de Dios”, la pérdida de una comprensión culturalmente compartida de una dimensión trascendente existente más allá de nuestros asuntos ordinarios diarios. La carrera afirma que puede proporcionarnos sentido en cierto sentido más amplio, pero la verdad carece de la capacidad compensar lo que, según Pascal, era un “agujero en forma de Dios” que rodeaba la cultura moderna. La futilidad de una carrera se revela cuando tratamos de pretender que otra tarea, proyecto, ascenso o logro puede ser cualquier cosa menos efímera como la última. Ninguna pieza de trabajo concebida por humanos por sí misma tocará la eternidad o probará ser satisfactoria y duradera.
Noveno y último, una carrera es una historia empobrecida sobre porqué alguien está viviendo y sobre para qué es su vida. Su principal defecto implica plantear al tiempo dos preguntas muy diferentes. “¿Cómo vivir mejor?” es la cuestión primaria, esa de eudaimonia, la buena vida. “¿Cómo continuar sobreviviendo?” es la cuestión secundaria, que se refiere a la supervivencia humana. Comprendida correctamente, la primera pregunta tiene prioridad lógica y existencial sobre la segunda. El caso trágico de suicidios de personas físicamente sanas ilustra esta prioridad: algunas personas tienen todas sus necesidades materiales satisfechas pero aún así no ven razones por las que deberían seguir viviendo. La carrera es engañosa, entonces, en la medida en que nos hace creer que puede responder las dos preguntas al mismo tiempo al subordinar sentido al dominio del trabajo: Estoy aquí para que me paguen, y eso es todo. No, ciertamente no lo es.

Una Idea mala pero persistente

Durante mucho tiempo, la carrera ha sido una idea mala pero persistente. Se ha aferrado a la vida social, algunas veces cambiando de forma, casi siempre preocupándose en vano por su débil apariencia. Pero el tiempo ha llegado.
Debemos dejar de pedir a nuestros hijos qué quieren ser cuando sean grandes. Es una pregunta repugnante, delirante y perniciosa: es poco probable que muchas personas sean una sola cosa a lo largo de sus vidas y, lo que es peor, es un creador temprano de auto-absorción injustificada como también de trivialidad.
Y deberíamos querer vivir en un mundo en el que la pregunta intimidante ¿Qué haces?, sea vista como terriblemente vulgar y que no merece seria consideración. Deberíamos morir a esa pregunta también.
En cambio, deberíamos preguntar a nuestros niños, cómo, en un sentido fundamental, quieren vivir, qué y a quién desean cuidar, lo que finalmente buscarán, qué o por quién estarían dispuestos a morir, y cómo ellos pueden, cuando estén muriendo estar tan saciados de la vida que cierren sus ojos libres de remordimientos y arrepentimientos.

Morir a la carrera es comenzar a despertar a la vida.

Soy un filósofo práctico. Escribo sobre la historia de, el valor de, y nuestras actitudes hacia el trabajo en Quartz at Work. Y recientemente hice una TEDx Talk sobre el concepto de “trabajo total”.

Andrew Taggart
Filosofo práctico, Ph.D. | Ex NYC | Nómada Estacional | Más sobre Andrew Taggart: https://is.gd/PJFXzM


Fuente: https://medium.com/@andrewjtaggart/im-an-anticareerist-and-you-should-be-one-too-86a8c3685164



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