vendredi 1 juin 2018

La sabiduría de la ira - Melvin McLeod

Si sabemos cómo usarla, la energía de la rabia se convierte en una sabiduría intensa y compasiva. Porque incluso los budas se enojan por el sufrimiento y la injusticia.

¿Es la rabia una respuesta empoderadora y apropiada para el sufrimiento y la injusticia o solamente causa más conflicto? ¿Ayuda o hace daño?
Con tantas cosas malas sucediendo en el mundo en estos días, hay mucho debate sobre el rol apropiado del enfado. La respuesta puede reposar en la distinción fundamental que hace el Budismo entre enfado y agresión.
De acuerdo con el Budismo, la agresión es uno de los tres venenos que nos llevan al sufrimiento. Incluso un momento breve de reflexión sobre nuestras vidas, nuestra sociedad y nuestra historia humana nos confirmará que la agresión es la mayor causa de destrucción y sufrimiento.
Como con los otros dos venenos - ignorancia y pasión - lo que define la agresión es el ego. La agresión es la energía de la ira al servicio de todo lo que definimos como "ego", listo para atacar a cualquiera o cualquier cosa que consideremos amenaza. Pero cuando la ira es liberada de su servicio al ego, deja de ser agresión y simplemente se convierte en energía. La energía pura de la ira tiene sabiduría y poder. Puede incluso ser iluminada.

Los Budas están enfadados

Los budas no son solo las personas de amor y luz que nos gusta pensar que son. Por supuesto, su mente iluminada está basada en paz total, pero en un espacio abierto la compasión surge espontáneamente. Tiene muchas manifestaciones. Una es la energía pura de la ira.
La ira es el poder de decir no. Es nuestra reacción natural siempre que vemos a alguien sufriendo - queremos detenerlo. Los budas dicen no a los tres venenos que impulsan la injusticia. Hay ira sobre nuestro sufrimiento y felizmente destruirá sus causas. No están enfadados con nosotros. Están enfadados por nosotros.
Tradicionalmente, se dice que la compasión de los budas se expresa a sí misma a través de cuatro tipos de energía. Son llamadas los medios hábiles, las diferentes formas de sabiduría y compasión entran en acción para aliviar el sufrimiento.
Primero, los budas pueden apaciguar, ayudando a los seres que sufren a apagar las llamas de la agresión, la pasión y la ignorancia. El buda calmado y pacífico es uno con lo que estamos más familiarizados, cuya imagen trae un sentimiento de paz a millones alrededor del mundo.
Pero algunas veces se requiere más. Los budas pueden enriquecernos, señalarnos la abundancia de recursos que poseemos como seres humanos y sanar nuestra sensación interior de empobrecimiento. Entonces, si es necesario pueden magnetizarnos, seducirnos lejos del sufrimiento del ego hacia la alegría de nuestra naturaleza inherente iluminada.
En su forma pura y despierta, cuando no está impulsada por el ego, la ira trae bien al mundo.
Finalmente, hay tiempos en los que lo compasivo es destruir. Decir "¡basta!" al sufrimiento. decir "¡despierte!" a las formas en que las personas se engañan a si mismas. Usar la energía de la ira para decir "¡No!" a todo lo que es egoísta, explotador e injusto.
En su forma pura y despierta, cuando no está motivada por el ego, la ira trae bien al mundo. En nuestras vidas personales, nos ayuda a ser honestos respecto a nuestras propias manías y tener el coraje de ayudar a otros a ver que se están dañando a ellos mismos. En una escala mayor, la ira es la energía que inspira grandes movimientos por la libertad y la justicia social, que tanto necesitamos ahora. Es una parte vital de cada camino espiritual, pues antes de que podamos decir si a la iluminación, debemos decir no a los tres venenos.
La energía de la ira es una parte inherente de nuestra naturaleza - no podemos tener si sin no más que luz sin oscuridad. Necesitamos una vía para trabajar con la energía de la ira de tal manera que no se manifieste como agresión, como también métodos para acceder a su sabiduría inherente. Necesitamos una comprensión profunda sobre de dónde viene la agresión, cómo se diferencia de la ira, y un camino práctico para trabajar con ella. Ese camino comienza donde toda sanación comienza.

Primero, No causar daño

La mayoría de nosotros no somos violentos físicamente, pero casi todos nosotros hacemos daño a otras personas con palabras agresivas o emociones ásperas. La parte triste es que usualmente las personas que más amamos son a quienes herimos. Podemos también someternos o apoyar implítamente males e injusticia social a través de nuestro silencio, inversiones o hábitos de consumo.
El Budismo, como todas las religiones, ofrece lineamientos para ayudarnos a contenernos. Puede que no nos gusten las reglas y limitaciones, pero la moral, la ética y el decoro enseñados directamente del Buda son guías para no causar daño.
El principio de conducta correcta aplica para actos del cuerpo, del discurso y la mente. Guiados por las actitudes interiores de amabilidad y consciencia, monitoreamos lo que surge en la mente momento a momento y escogemos lo sano como la paz sobre lo nocivo, como la agresión.
El Budismo enseña técnicas útiles de meditación, para que no nos dejemos arrastrar por la fuerza de emociones conflictivas como la agresión. Estas técnicas nos permiten tomar ventaja del breve espacio en la mente entre el impulso y la acción. A través de la práctica de la atención plena, nos hacemos conscientes de los impulsos que surgen y permitimos un espacio en el cual podemos considerar si y cómo queremos actuar. Nosotros, no nuestras emociones, estamos en control.

Estoy en dolor, estás en dolor

Sin excusar o ignorar nada, es útil reconocer que la agresión es usualmente la respuesta mal adaptada de alguien a su propio sufrimiento. Esto nos incluye a nosotros y a nuestra agresión. Así que cuidarnos a nosotros mismos y cultivar compasión por otros son dos de las mejores formas de provocar un cortocircuito a la agresión.
Somos seres en sufrimiento, y no lo manejamos bien. Tratamos de aliviar nuestro dolor y solamente lo empeoramos. Las prácticas de atención plena y auto-cuidado nos dan la fuerza y el espacio para experimentar nuestro sufrimiento sin perder nuestra estabilidad ni atacar. Y cuando somos objeto de agresión nosotros mismos, saber que puede surgir del dolor de la otra persona, nos ayuda a responder hábilmente.

Sin reprimir ni actuar

El miedo y la vergüenza distorsionan la energía básica de la ira y crean el sufrimiento. Tememos que las emociones intensas como la rabia nos superarán y nos harán perder el control. Estamos avergonzados de que estas emociones negativas sean parte nuestra en absoluto. Así que nos protegemos a nosotros mismos contra la energía de la ira ya sea reprimiéndola o expresándola. Las dos son formas de evitar experimentar la intensidad total de la emoción. Las dos son nocivas para nosotros y para otros.
Lo que necesitamos es el coraje para permanecer en la total intensidad de la energía en nuestro interior sin reprimirla o liberarla. Es la clave del enfoque Budista para trabajar con la ira. Cuando tenemos el coraje de permanecer presentes con nuestra ira, podemos mirarla directamente. Podemos sentir su textura y comprender sus cualidades. Podemos investigarla y comprenderla.
Lo que descubrimos es que no estamos realmente amenazados por esta energía. Podemos separar la ira de nuestro ego y nuestra historia. Nos damos cuenta que la energía básica de la ira es útil, incluso iluminada. Pues en su esencia nuestra ira es la misma que la de los budas.

Descubrir la Sabiduría de la Ira

Tenemos el mismo poder para decir no que el de los budas. Tradicionalmente, se dice que la energía iluminada de la ira es la sabiduría de la claridad. Es una revelación aguda, precisa y penetrante. Ve  lo que es sano y nocivo, lo que es justo e injusto, lo que es iluminación y lo que es ignorancia. Viendo claramente, establecemos el terreno para la acción.

En nuestra naturaleza básica, estamos iluminados y nuestra ira es realmente sabiduría.

Todos experimentamos la sabiduría de la ira cuando vemos cómo la sociedad maltrata a las personas. Cuando tenemos una comprensión honesta de nuestras neurosis y prometemos cambiar. Cuando estamos inspirados para decir no a la injusticia y peleamos por algo mejor. Esta sabiduría es una fuente de fortaleza, valentía y solidaridad. Puede impulsar un cambio positivo.
Si el Budismo nos ofrece una buena noticia es esta: en nuestra naturaleza básica, somos iluminados y nuestra ira es realmente sabiduría. La agresión confusa y mal dirigida que causa dicho sufrimiento es solo temporal e insustancial.
Cuando la energía de la ira sirve al ego, es agresión. Cuando sirve para calmar el sufrimiento de otro y hacer del mundo un mejor lugar, es sabiduría. Tenemos la libertad de escoger. Tenemos el poder de transformar la agresión en la sabiduría de la ira. No hay mayor victoria, para nosotros y para el mundo.

Melvin McLeod el Jefe de Redacción de la revista Lion's Roar (antes Shambhala Sun) y Buddhadharma.

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