vendredi 6 août 2021

Apoyando el trabajo de Cambio Basado en la consciencia -

El éxito de una intervención de pende de la condición interior del interventor.” Bill O’Brien, ex CEO de Hanover Insurance

Cualquiera puede tocar un instrumento. La nota es solamente el 20%. La actitud de quien interpreta es el 80%.” – Miles Davis, trompetista y compositor de Jazz americano

La complejidad de los desafíos que enfrentamos como sociedad requiere un nuevo nivel de consciencia personal y colectiva. Ser consciente es la clave, y entonces nos comprometemos con prácticas que cultivan nuestra “condición interior” – mente, corazón y voluntad. La pandemia global de Covid-19 nos forzó a ser vívidamente conscientes de nuestras conexiones – al compartir la incertidumbre, el dolor y la preocupación por los demás. En los Estados Unidos la pandemia, el caos político y la agitación social nos hace imposible olvidar la desigualdad y la injusticia social de nuestro país. En el momento en que vimos en los medios la escultura social de George Floyd siendo asesinado por los agentes del orden, nuestra consciencia colectiva cambió. No podemos mirar hacia otro lado y pretender que no ha sucedido. Lo que todos nosotros sabíamos pero de lo que permanecíamos distanciados se convirtió en una consciencia sentida encuerpada. Esta consciencia colectiva es la base para la comprensión y el coraje que se requiere para hacer el cambio necesario.

En los esfuerzos de cambio social basado en la consciencia, enfatizamos en la condición interior de quienes están tratando de producir un cambio, aquellos que están utilizando los métodos y las herramientas. Con el fin de utilizar las herramientas efectivamente, necesitamos nuestra presencia total y genuina. Cuando estamos conscientes de la totalidad de nuestro sistema cuerpo-mente, podemos sentir nuestro contexto con mayor precisión e intervenir más hábilmente. Nuestras percepciones son claras. Hay una coherencia interna entre nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestro entorno o contexto. Nos comprometemos con la autenticidad. La autenticidad es uno de nuestros mejores activos.

En la Danza de 20 minutos experimentamos cómo cambiar nuestra atención a la sensación del cuerpo, nos lleva fuera del mundo del pensamiento, aterrizándonos en el momento presente, en nuestra propia autenticidad. La práctica crea un anhelo de sentir nuestros pies sobre la tierra y de entrar en contacto con este recurso sub-utilizado – la inteligencia corporal. Lo que experimentamos en nuestra práctica tiene influencia en nuestra vida cotidiana. Cuando notamos que estamos atrapados en un juicio u opinión, gentilmente llevamos nuestra atención al cuerpo. Volver al cuerpo y escucharlo se convierte en una parte natural e integrada de nuestra vida cotidiana. Preguntamos, ¿qué tiene que decir nuestro cuerpo sobre esto? Nuestro trabajo demanda que traigamos nuestra presencia y atención total, incluyendo nuestro saber-corporal a nuestra experiencia. Necesitamos nuestra plena humanidad.

Aquellos de nosotros que trabajamos con grupos a menudo comenzamos las reuniones con un “chequeo”. Cada persona comparte algo sobre cómo está ese día. Cuando trabajé en el teatro, comenzábamos cada ensayo o presentación con un calentamiento. Revisábamos con nosotros mismos: ¿Qué clase de cuerpo está apareciendo hoy? ¿Cómo está mi mente? ¿Cómo está mi voz? Y entonces interactuábamos en prácticas que afinaban y entonaban nuestro instrumento. Interactuábamos en el ritual de preparar el cuerpo, el discurso y la mente para que pudiéramos desplegar nuestra mejor atención a los demás en el ensamble y para la audiencia. A menudo me pregunto porqué en el teatro, que muchos dirían que no es la vida real, ponemos tanto cuidado en prepararnos para el trabajo, cuando en la vida real con frecuencia comenzamos nuestro día de trabajo sin preparación.

Hay muchas prácticas maravillosas de encuerpamiento disponibles. Los practicantes de las artes marciales como Richard Strozzi Heckler y Wendy Palmer traen el aikido al campo del liderazgo. Miles han compartido prácticas en línea en la Conferencia de Encuerpamiento, y muchas personas han integrado métodos tradicionales como recién creados en esfuerzos de cambio personal y social. Aspiramos a contribuir con esta corriente de actividad con el Teatro de Presencia Social. A lo largo de los años he tenido el privilegio de estudiar prácticas corporales con profesores sobresalientes – yoga en el Instituto Integral de Yoga, tai chi chuan con T.T. Liang y qigong con Eva Wong. Estas prácticas han dado forma a mi vida. Pero durante las últimas cuatro décadas he practicado la Danza de 20 minutos más consistentemente. No puedo recordar de dónde vino – tal vez del tiempo que trabajé con Jamie Cunningham en Nueva York. La Danza de 20 minutos se ha convertido en mi chequeo entorno a la salud, la presencia y la creatividad.

Salud

La Danza de 20 minutos me invita a sintonizar con mi cuerpo de una manera simple, sin juicios, para apoyar mi salud – tanto física como emocional. Puedo estar tan atrapada en las demandas del trabajo y de la vida, que no me doy cuenta de que está llegando una gripa. Puedo mantener a raya el hecho que necesito sueño o estoy comiendo de más o que estoy deshidratada. Puedo ignorar un cuello rígido durante meses. Muchos de nosotros necesitamos un tiempo destinado a sentir realmente cómo nos sentimos – tanto en nuestros cuerpos como en nuestras mentes. He hecho Danzas de 20 minutos en las cuales comienzo a llorar tan pronto como me recuesto. Ni siquiera me doy cuenta que estoy sosteniendo tristeza en el cuerpo, pero las lágrimas llegan y la tristeza se integra naturalmente en mi ser e hidrata mi corazón-mente.

Muchas personas han compartido conmigo cómo la simple práctica diaria de la Danza de 20 minutos ha contribuido profundamente a su sensación de bienestar incluso a su lucidez. Para la mayoría de las personas, la práctica es placentera. A pesar de la incomodidad que muchos de nosotros vive con nuestro estrés, nuestras heridas o envejecimiento, en realidad se siente bien recostarse en el piso y permitir que el cuerpo haga lo que quiera que desee sin agenda, sin meta, sin correcto o errado. Se siente bien y honesto simplemente apreciar el cuerpo que tenemos, incluso con sus dolores y sufrimientos. Se siente bien darle atención a nuestro cuerpo, escucharlo y sentir que estamos volviendo a casa. Vivimos en el cuerpo; es nuestro hogar. Está bien volver a casa de vez en cuando.

A través de los años he encontrado personas para quienes establecer una relación amigable con su cuerpo era difícil. Es bien sabido que bailarines y atletas a menudo presionan sus cuerpos en formas que van en detrimento a su bienestar. Para otros, a lo largo de la niñez o trauma colectivo, problemas de salud, imagen social o por otras razones, el cuerpo puede convertirse en un extraño, incluso un enemigo y puede tomar cierto tiempo hacerse amigo del cuerpo. Estar con el cuerpo puede ser una experiencia poco placentera o atemorizante para algunos de nosotros. Hay muchos recursos sobre sanación somática de trauma individual y colectivo, entre ellos el trabajo de Bessel van der Kolk, Peter A. Levine, y Resmaa Menakem. Podemos aprender a trabajar con emociones dolorosas entorno al racismo, la identidad de género y el conflicto mientras viajamos hacia la comprensión y la integración. Algunos de nosotros necesitamos ayuda adicional para establecer confianza en nuestros cuerpos. 

La Danza de 20 minutos ofrece el tiempo, el espacio y la posibilidad de instalarse en una relación no agresiva y amigable con el cuerpo. Nos beneficiamos de dejar ir los juicios, críticas, disgustos y decepciones relacionadas con nuestros cuerpos. Cuando practicamos regularmente nos volvemos más gentiles y amables con nuestros cuerpos. Seguimos por la vida con la coherencia básica entre nuestro cuerpo y mente. Apreciamos nuestra propia autenticidad, que trae un profundo sentido del ser y del bienestar.

He hecho miles de Danzas de 20 minutos durante estos últimos cuarenta años y he presenciado a miles de personas practicando y nunca he visto ni oído a alguien que use esos 20 minutos para tensionarse más, sentir más aflicción o mayor dolencia. Las personas se acercan a lo que es un poco más cómodo, un poco más abierto y personalmente más coherente. Con algo de tiempo y poca estructura, las personas van hacia la salud y la sincronización natural del cuerpo y la mente. Podríamos hipotetizar que ya que el sistema cuerpo-mente naturalmente quiere moverse hacia la salud e integración, tal vez esto es cierto también para sistemas sociales. Quizás el anhelo más íntimo de familias, equipos, organizaciones y comunidades es avanzar hacia una sensación de totalidad y salud. Si es así, ¿cuáles son las condiciones que facilitarían que este movimiento suceda?

Presencia

Podemos ver y sentir cuándo las personas con las que estamos hablando están arraigados en sus cuerpos. Podemos sentir si están conectados a la Tierra y presentes para sus propias emociones. Y podemos decir cuándo estamos alrededor de “cabezas parlantes” que están desconectadas del cuerpo, de la tierra y del más profundo sentido de saber. Podemos sentir ese vacío en nosotros mismos y en los demás. Instalarse en el cuerpo trae una sensación natural de simplicidad y claridad. Podemos estar más en contacto mientras nos sentamos en reuniones, parados frente a nuestros clientes, caminando hacia nuestro auto. Comenzamos a prestar más atención, apreciar los colores cambiantes de las hojas o la resonancia emocional detrás de una queja de un colega. Sin fijar el cuerpo, le permitimos avanzar hacia la salud y la integración. Contactamos nuestra coherencia innata como un ser humano, una sensación de que todo está bien. La vida puede ser caótica, pero aún podemos experimentar la lucidez subyacente de estar presente en el cuerpo en el momento.

Nuestro cuerpo siempre está comunicando a otros. Nuestra sensación de presencia comunica. La presencia, una sensación de ser, es el resultado de un cuerpo y una mente sincronizados. Y podemos sentir esta sensación de presencia encuerpada en las personas. Podemos decir, “esa persona se siente genuina”. Está arraigada, conectada con la Tierra, y presente en su propia sensación más profunda de cuerpo-saber. Se siente confiable y disponible. La parte de teatro del Teatro de Presencia Social nos recuerda que siempre estamos representando y visibles a otros ya sea que seamos o no conscientes de esto.

Creatividad

Descansar en no saber, en un espacio abierto, es el terreno de la creatividad. La Danza de 20 minutos puede llevarnos a contactar con nuestro potencial creativo. La práctica de no manipulación y espontaneidad puede comenzar con la Danza de 20 minutos. Gestos frescos y genuinos surgen naturalmente cuando practicamos dejar ir nuestros pensamientos, planes y metas. Lo que a menudo bloquea nuestra creatividad es la limitación del hábito. En la Teoría U, “descargar” es la palabra que describe una tendencia a proyectar nuestros hábitos y experiencias pasadas sobre nuestra realidad actual. El cambio basado en la consciencia demanda que suspendamos esta barrera de pensamiento orientado al pasado y abramos la posibilidad de que podamos sintonizar en el futuro emergente. Esta actitud de apertura al futuro que no conocemos aún es una definición de creatividad.

La experiencia de naturalidad del gesto puede también ser transferida a la creatividad en palabras. Mi colega Ricardo Dutra y yo hemos viajado y trabajado juntos en múltiples proyectos. El comenzó a escribir un haiku al final de cada Danza de 20 minutos diaria y así tiene un artefacto de la práctica. El movimiento, por supuesto, simplemente aparece y desaparece en el espacio. Viene y va. Sin embargo deja un eco, un perfume, una sensación que puede ser capturada en un corto poema. Un haiku es un poema tradicional japonés de tres líneas que celebra la experiencia inmediata. Su forma es altamente refinada, pero podemos disfrutar el espíritu de haiku manteniéndolo simple, al permitir que surjan tres cortas frases. Yo también comencé a escribir poemas de tres líneas en mi diario al final de la práctica. La primera línea surge de una evocación de la Danza de 20 minutos del día. Describe un momento en la práctica – algo que hice. La segunda línea describe un sentimiento. La tercera línea une a la primera línea con la segunda. Esta tercera línea a menudo es una sorpresa. Podría intentarlo. La Danza de 20 minutos provee un entorno espacioso desde el cual el poema surge por sí mismo, sin esfuerzo. A continuación algunos de Ricardo y míos:


Adelante y atrás
Dando la bienvenida a este momento
La sanación de hoy

Agotamiento profundo
¿Le importaría decir algo?
Escuchar

Tierras festivas
De atención dispersa
Reunir

Llamado de cuello y cabeza
Estoy aquí esperando
Un secreto

Vivir tristeza
Abre ligeramente una grieta
De brillo

No puedo resolver
Caer rápidamente
En un sonido de risa 

La Danza de 20 minutos celebra el cuerpo como un órgano sensorial. Con el fin de comprender profundamente nuestros contextos sociales u organizacionales, necesitamos un buen mecanismo sensorial y así poder escuchar con sensibilidad y observar con ecuanimidad. Vemos con nuestros ojos y escuchamos con nuestros oídos, pero la sensación-sentida, o resonancia, desde lo que vemos y escuchamos es sentido en nuestro sistema cuerpo-mente entero. Sentir es tanto externo como profundamente interno. Miramos afuera al mundo y recibimos visiones, sonidos, olores. Pero la experiencia de esas visiones, sonidos y aromas es profundamente personal y encuerpada. Aunque esta sensibilidad es natural – somos naturalmente resonantes con nuestra experiencia – la habilidad para sentir puede ser cultivada y fortalecida. Hoy, más que nunca, necesitamos esa capacidad.

Al estar cada vez más sintonizados con los cambios sutiles en sentir lo que se manifiesta en el cuerpo, cultivamos el órgano sensorial. Nuestra condición interna incluye confiar profundamente en nuestra habilidad para comprometernos en nuestras percepciones sensoriales. Al suspender los lentes habituales a través de los cuales filtramos nuestras percepciones, podemos ver, escuchar, oler, saborear y tocar con frescura y franqueza. Podemos experimentar el mundo directamente. Nuestra sabiduría reposa en la resonancia natural entre nuestro ser interior y los fenómenos exteriores.

Fuente:  Teatro de Presencia Social: El Arte de Hacer un Movimiento Real - Arawana Hayashi pág. 102

Aucun commentaire:

Enregistrer un commentaire