vendredi 17 novembre 2017

Ansiedad - Christophe André

Cuando hablo de ansiedad, siento benevolencia, gratitud y fraternidad.
Benevolencia, por todos los pacientes ansiosos que he tratado en mi carrera y que siempre me han conmovido y emocionado. Gratitud, porque ellos me han ayudado a trabajarme a mí mismo, a su lado, sobre mi propia ansiedad. Y fraternidad, porque ellos son nuestros hermanos y hermanas en humanidad, solo un poco más frágiles que los demás, pero que sus males se encuentran en todos los seres humanos.
Estoy fascinado con el cerebro ansioso, esa máquina extraordinaria para escanear el entorno en la búsqueda de los problemas y de las preocupaciones potenciales, esa máquina para anticipar constantemente, para hacer crecer y amplificar los obstáculos. La ansiedad, en ciertos aspectos, se parece a una alergia: solo que en lugar de ser alérgico al polen o a las nueces, se es alérgico a la incertidumbre! Tan pronto como alguna cosa no es segura y cierta, uno comienza a preocuparse: todo lo que no está asegurado, blindado y garantizado en un 200% es angustiante; y entonces básicamente, la vida entera se transforma en una fuente de inquietudes.
Y además, lo que hay de conmovedor y de humano en las personas ansiosas, es que ellas saben perfectamente, con frecuencia, que su cerebro agrega, que amplifica, que exagera, que les manipula con la ansiedad; saben perfectamente qué actitud les gustaría adoptar, de cuando en cuando, preocuparse menos...
Pero no preocuparse, para un ansioso, no es posible. Siempre hay un objeto de inquietud o de preocupación en alguna parte de sus vidas o en el vasto mundo!
Afortunadamente podemos progresar. Afortunadamente uno puede poco a poco domesticar la ansiedad. Pero eso no cae del cielo - de un día para otro, porque uno ha comprendido algo, en nuestro pasado o nuestro presente, lo que explicará porqué somos ansiosos. Es más bien una reeducación lenta, una pacificación progresiva de todas nuestras alertas mentales, de nuestro sistema de alarma existencial. Las terapias nos ayudan, por supuesto, sean cuales sean sus mecanismos: terapias cognitivas o comportamentales, psicoanálisis. Pero también la meditación, que nos ayuda a pacificar nuestro cuerpo y nuestro espíritu, que nos enseña a aceptar lo que es sin intranquilizarnos...
Es muy importante la pacificación del cuerpo y de las emociones. Trabajos recientes han confirmado que cuanto mayor es la actividad de nuestro sistema nervioso parasimpático - el que calma-, y mayores nuestros esfuerzos de dar un paso atrás, "razonar" como dicen los no-ansiosos, son eficaces. Calmar el cuerpo para calmar la mente. Es por esto que la relajación ayuda, que el deporte y la actividad física ayudan y que la meditación de plena consciencia ayuda - incluso si esta última nos aporta otros beneficios además que el apaciguamiento emocional.
Un paciente con humor me decía un día que finalmente, para él, era más la plena inconsciencia con la que soñaba para no estar más inquieto. La plena inconsciencia para no ver más sus problemas y los sufrimientos del Mundo. Pero la meditación de plena consciencia es aún mejor. Mejor para continuar viendo las dificultades pero para verlas tal como son, y no como nuestra ansiedad nos las hace imaginar.
Por cierto, y usted, ¿cómo le sucede en su cerebro? ¿Un poco de alergia a la incertidumbre? ¿Una pequeña tendencia a anticipar y amplificar las dificultades?

Fuente: http://psychoactif.blogspot.com.co/2017/11/anxiete.html

Aucun commentaire:

Enregistrer un commentaire