vendredi 2 août 2019

Aprender cómo estar enojado

Hay muchas razones para creer que uno de los problemas dominantes en el mundo de hoy es un exceso de enojo. Conocemos todo sobre sus gritos y sus disparatadas: sus rabietas, su irracionalidad, su poca disposición para el compromiso. Además, amenaza con empeorar; parecemos atrapados en un conjunto de dinámicas (políticas, tecnológicas y ambientales) que prometen un futuro cada vez menos paciente, menos sereno y menos tolerante.
Pero puede ser más bien más realista, aunque suene extraño, insistir en lo contrario: que cualquiera que sea la impresión generada por un compañero franco enojado públicamente, el problema mucho más común pero invisible - por naturaleza- es una tendencia contraria, una inhabilidad extendida para estar enojado, una falla en saber cómo organizar de manera correcta y efectiva una queja, una frustración tragada y desarticulada - y la amargura, la acción subterránea, la depresión de bajo nivel que sigue por no permitir que nuestras penas legítimas encuentren expresión. Por cada persona que grita muy alto, hay al menos veinte que han perdido su voz injustamente.
No estamos hablando aquí de rabia delirante, la clase que hace daño a inocentes y no lleva a ninguna parte. El punto no es rehabilitar la barbarie, es argumentar a favor de una capacidad ocasional para expresar - con dignidad y aplomo - con el fin de corregir la sensación razonada de que algo no está bien - y que quienes nos rodean necesitan tomar una perspectiva opuesta a bordo.
Somos - por lo general - incompetentes en estar enojados debido a los motivos más amables: en parte, desde una creencia en la complejidad de situaciones y las mentes de otras personas, que socavan el entusiasmo por lo que sea que tenga pinta de mojigatería u orgullo. Nos decimos a nosotros mismos - en relaciones o en el trabajo - que los otros deben tener sus buenas razones para comportarse como lo hacen, que ellos deben ser esencialmente gentiles y buenos y que sería un insulto a sus esfuerzos levantar nuestra mano respecto a un problema que seguramente ni siquiera comprendemos completamente.
Tendemos a importar nuestra modestia desde la niñez. Es un privilegio permitir a un niño manifestar su frustración - y no todos los padres son un juego. Algunos están muy entusiasmados en tener un "buen bebé".  Ellos dejan que el niño sepa desde el primer momento que ser "travieso" no es divertido y que esta no es una familia donde los niños pueden "dar cien vueltas a" los adultos. Los estados de ánimo difíciles y los berrinches, quejas y rabietas no son parte de la historia. Esto ciertamente asegura un cumplimiento a corto plazo, pero paradójicamente, el buen comportamiento extraordinario usualmente es un precursor de malos sentimientos, y en casos extremos de malestar mental en la edad adulta. Sentirse lo suficientemente amado que uno puede decir a las figuras paternas que se retiren y ocasionalmente arrojar algo (suave) a través de la habitación, pertenece a lo sano; los padres realmente maduros tienen reglas y permiten que sus niños (algunas veces) las rompan.
De otra forma, hay una especie de muerte interior que proviene de haber tenido que ser muy bueno muy pronto y a abandonar el propio punto de vista sin un parpadeo de auto-defensa. En las relaciones, esto puede significar una tendencia a ser tomado del pelo espléndidamente por muchos años, no en términos de abuso rotundo (aunque eso también) sino de la clase de humillación de bajo nivel y de ser subestimado por lo que parece que muchas personas no pueden protestar. En el trabajo, una preocupación inquebrantable por la cortesía, empatía y gentileza puedee terminar en proveer las precondiciones perfectas para que le pasen por encima.
En ocasiones, deberíamos re-aprender el arte descuidado de educadamente ser una molestia. El peligro de aquellos que nunca han gritado es que podrían en compensación terminar alareando. Este tampoco es el punto. El objetivo es una protesta firme pero dueña de sí: Excúseme, pero está arruinando lo que deja de mi vida, lo siento, pero está cauterizando mis posibilidades de felicidad; perdón pero esto es suficiente...
Pensamos mucho en irnos de vacaciones y probar nuevas actividades. Hay mucho entusiasmo por aprender otros idiomas e intentar plantos extranjeros. Pero el verdadero exotismo y la aventura pueden estar más cerca de casa: en la esfera emocional, y en el coraje y originalidad requerida para dar una oportunidad a la ira contenida, tal vez esta noche, después de la cena. Ya tenemos los discursos escritos en nuestras cabezas. Es probable que haya una esposa, un pariente, un colega, o un niño que no ha escuchado lo suficiente de nosotros durante mucho tiempo - y sería de incalculable beneficio para nuestro ritmo cardíaco y nuestra constitución emocional y física tener una conversación con ellos. El tímido siempre imagina que el enojo puede destruir todo lo bueno. Pasa por alto - porque sus infancias le animaron a hacerlo - que el enfado puede también ser un fertilizante a partir del cual puede emerger mucho menos amargado y mucho más vivo.

Fuente: https://www.theschooloflife.com/thebookoflife/learning-how-to-be-angry/

Aucun commentaire:

Enregistrer un commentaire