Cambios - Joan Garriga

Esta es la razón por la que a veces es tan difícil conseguir cambios en las personas o en los grupos: viven la presión de la tradición con una fuerza que va más allá de lo inconsciente y que parece insertada en lo biológico. Por eso, ciertas soluciones a problemas que se repiten en los sistemas o en las personas hay que buscarlas en la apertura a lo creativo y nuevo. Las personas y las culturas se enriquecen al rozarse con lo diferente, crecen y desarrollan flexibilidad, apertura y tolerancia. Lo diferente, lo ajeno, nos procura crecimiento cuando es incorporado. En resumidas cuentas, podemos muy bien formular la idea de que tal vez somos partícipes de una mente común, de un campo de resonancias donde todos estamos ligados a los demás, especialmente en los espacios afectivos y familiares, y que esta mente común y gregaria tiene reglas de juego y formas de funcionar que siguen su lógica incluso más allá de los deseos o voluntades personales de sus miembros. Ese campo de resonancias fabrica movimientos que no podemos dejar de danzar.
Hay muchos indicios de que esto es así. Se ha hecho célebre, por ejemplo, el llamado «efecto mariposa», formulado por el meteorólogo Lorenz: «Si una mariposa agita hoy con su aleteo el aire de Pekín puede modificar los sistemas climáticos de Nueva York el mes que viene», es su frase más conocida, que alude con claridad a la conexión e interdependencia en esta inmensa red en la que se despliega la vida. Igualmente, los investigadores de la nueva física han acuñado el término «entonglamiento» para referirse a la peculiar y misteriosa conexión entre dos partículas atómicas, de manera que si alguna vez han estado en contacto quedan afectadas mutuamente y para siempre en su destino e información, aunque se encuentren en extremos opuestos de la galaxia. Quedan vinculadas de tal manera que si una de ellas recibe un impacto informativo o experimenta un cambio, éste es experimentado por la otra partícula al mismo tiempo.
Joan Garriga
Del libro "Vivir en el Alma"