mercredi 11 décembre 2024

Observa

 ¿A dónde te lleva la entrega a tu fluidez?
Quizás a un vacío conocido, a veces visitado...
Conviértete en movimiento...
sólo siente,
sigue el impulso de tu energía 
en despertar de posibilidades,
siente tus pasos
conmovida, siente tu vibración en cada rincón
y sigue tu llamado, 
una invitación a un viaje interior
hacia lo desconocido
infinitos reflejos de tu ser
ofrece tu delicadeza,
puedes crear belleza

En rendición a un nuevo ritmo,
otras propuestas 
que llevan a nuevos despliegues de ser
para amarte
sin juzgarte
eres con el ritmo, siente tu latido,
único y eterno
nutriendo mundos interiores,
sumergiéndote en tu sanación
y receptiva al amor que llega.

Agradece al caos que te sacude
desde allí surgirás, 
renovada si abandonas resistencias
consciente de lo que no aporta
a tu expansión

En inspiración 
continúas observándote
mientras atraviesas la transición
en abrazo con tu totalidad
surge tu expresión desde tu centro vital
en disfrute
respirando

Abriendo espacio a mi 
espiritualidad femenina
en mi cuerpo
sintiendo mi intuición


Oráculo Magdalena Mística: 39 Reina del Sol - No se pierde nada que no se pueda encontrar

 Lo que percibes como desaparecido puede recuperarse si se busca, teniendo en cuenta que los artículos perdidos pueden cambiar de forma, apariencia o condición.

La historia de Isis y Osiris es paralela a la historia de María Magdalena y Jesús, como las historias de Inanna y Dumuzi y Afrodita y Adonis. La muerte del rey solar y la novia buscando en la tierra para traerlo de vuelta fue una narrativa conocida en tiempos antiguos. Osiris fue asesinado por su hermano y su cuerpo cortado y disperso. Isis - para dar un toque más moderno - reunió las piezas de su amado hasta que obtuvo el suficiente ADN de Osiris para clonarlo y hacer ella misma un hijo, Horus. Esto no es tan inverosímil como suena para los seres altamente evolucionados que estaban muy por delante en ciencia y biología molecular. Tanto Isis como Horus son representados con alas en arte y escultura, un símbolo conocido para seres que descendieron de los cielos.

Alrededor del siglo tercero AC, la adoración de Isis se había extendido desde Egipto a Roma. La iniciación al culto de Isis incluía una muerte simbólica y resurección. Las sacerdotisas (novia) ungían al iniciado en una recreación de la muerte de Osiris (el rey solar) y su retorno al mundo corpóreo. Esta ceremonia está reflejada en el Matrimonio Sagrado y rituales de fertilidad.

Abrete en tu búsqueda y cuando encuentres lo que buscas, acepta su transformación. El cambio puede ser la única constante, pero con frecuencia es difícil ajustarse. Persevera y abraza el cambio en su actual configuración. 


dimanche 1 décembre 2024

Con la persona adecuada, de la manera correcta y en el momento justo: claves para enojarnos bien

 Enojarse es humano. Pero hacerlo de una manera que nos permita mantener nuestros vínculos sanos, preservando a la vez nuestra salud física y mental, es todo un desafío. En esta nota te compartimos las herramientas para lograrlo.

POR PAZ BERRI

«Cualquiera puede enojarse, eso es algo muy sencillo. Pero enojarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo», dice una frase del filósofo griego Aristóteles tan real como difícil de llevar a la práctica.

“Yo creo que esta frase nos recuerda que el enojo en sí mismo no es el problema, sino cómo lo expresamos y con qué propósito lo hacemos”, dice Sonia Rico, periodista, coach y autora del libro El hábito hace al monje (Urano), entre otros. Y agrega: “El enojo, cuando lo gestionamos bien, puede ser transformador. Pero manejarlo no es algo que simplemente nos sale. Requiere práctica, autoconocimiento y un compromiso con nosotros mismos”.

Rico sostiene que cuando Aristóteles habla de “enojarse con la persona adecuada”, nos lleva a pensar cuántas veces proyectamos nuestro enojo en quien está más cerca, quizás por la confianza que le tenemos, aunque no sea la persona que realmente nos ha herido. Y que cuando asegura “en el grado exacto”, nos recuerda que este sentimiento “necesita medida” (debemos evitar desbordarnos o quedarnos cortos), y que la frase “en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto” es clave. Porque no se trata de desahogarse por desahogarse, sino de usar el enojo como una herramienta para construir (y no para destruir). 

Qué hay detrás

Ya lo sabemos, el enojo es una emoción. Y es la reacción que muchas veces surge de sentimientos más profundos como la ira, el dolor, la frustración o la tristeza. En ocasiones, es un cúmulo de cosas no dichas, de límites que hemos permitido que otros crucen o de necesidades no cubiertas que encuentran su forma de salir a través de un grito, un portazo o una discusión. Por eso es tan importante aprender a mirar más allá, para descubrir qué nos está queriendo decir realmente ese enojo, cuál es el mensaje implícito que lleva.

“Debemos saber que el enojo tiene una función vital: nos protege y nos define. Nos ayuda a identificar qué cambios tenemos que hacer, a alejarnos de lo que nos hace daño y a construir una vida más alineada con quienes somos y con lo que valoramos”, destaca Rico. Y subraya: “Sin el enojo, probablemente nos quedaríamos siempre atrapados en un mismo lugar, tolerando situaciones que no nos hacen bien”.


En la misma línea, la doctora Laura Maffei, endocrinóloga, especialista en estrés, comenta que esta emoción no es solo una reacción de mal humor, sino la forma en que nuestro cuerpo y mente nos indican que «estamos al límite»: “El estrés crónico tiene un impacto directo en nuestras emociones, y uno de los sentimientos más evidentes es el enojo. La sobreexposición al estrés afecta especialmente a la amígdala, una parte del cerebro relacionada con el procesamiento de las emociones. A medida que el cortisol y la adrenalina afectan esta área, nos volvemos más vulnerables a la frustración y menos tolerantes a las pequeñas molestias cotidianas. La ‘mecha corta’ se convierte en una característica constante, y cualquier inconveniente puede desencadenar una explosión de enojo”.

En el cuerpo podemos sentir un nudo en el estómago, los puños cerrados, la mandíbula apretada o el corazón latiendo más rápido. Es como si todo nuestro ser se preparara para una acción inmediata: “Esto tiene sentido porque el enojo es una invitación a actuar, a reflexionar, a conocernos mejor y a sanar”, detalla Rico. Y nos invita a preguntarnos: “¿Qué hay debajo de este enojo? ¿Es tristeza por algo que no salió como esperaba? ¿Es frustración por sentirme impotente? ¿Qué necesito cambiar? ¿Con quién me estoy enfadando, conmigo o con el otro? ¿Qué mensaje me está dando esta emoción?”.

Hay una frase que dice —palabras más, palabras menos—, que si evitamos el conflicto para mantener la paz, comenzamos una guerra adentro nuestro. Y no es una novedad. Porque ya sabemos que cuando no registramos lo que sentimos, cuando nos desconectamos de nuestra sabiduría interna, hay un pase de factura: “A veces lo sentimos en forma de cansancio emocional, tristeza, ansiedad o incluso en el cuerpo, con tensiones, problemas de sueño, dolores o enfermedades. Es la forma de salir que tiene esa energía no expresada «, señala Rico.


Tal vez debamos empezar a tomar conciencia de que sentir enojo no significa que vamos a perder el control o dañar a otros, sino que —bien gestionado— tiene que ver con poder reconocer que algo no está bien y decidir qué hacer con ello: “La verdadera paz no se encuentra evitando el conflicto, sino enfrentándolo con amor y respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás. Cuando escuchamos nuestras emociones y las atendemos, no estamos siendo egoístas, estamos cuidándonos. Y desde ese lugar de cuidado podemos vivir relaciones y situaciones más auténticas, donde no necesitamos reprimirnos para encajar”.



Pensar antes de actuar

«Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio reside nuestra libertad y nuestra capacidad de elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta radica nuestro crecimiento y nuestra felicidad», dice una frase de Viktor E. Frankl, neurólogo, psiquiatra y filósofo austríaco, fundador de la logoterapia y autor del libro El hombre en busca del sentido.


Así, frente a cualquier situación que nos despierte enojo, tenemos la posibilidad de elegir cómo vamos a darle curso a eso que nos pasa: “Hay un enojo que podríamos llamar ‘malo’ que es aquel que nos estanca, nos controla, es impulsivo (y muchas veces destructivo), se expresa a través de gritos, insultos o actitudes hirientes. En cambio, hay otro enojo sano, que nos invita a detenernos y observar qué estamos sintiendo realmente y qué necesitamos hacer al respecto. Este último se expresa con asertividad, buscando resolver el problema en lugar de alimentarlo —observa Rico, al tiempo que comparte un ejemplo—. Es muy diferente decir ‘me siento herido porque esto me afecta de tal manera’, que atacar con un ‘siempre hacés lo mismo’. Cuando hablamos desde el ‘yo’ y no desde el ‘tú’, dejamos de culpar a la otra persona y abrimos la posibilidad de un diálogo más honesto y respetuoso”.


En el libro Cómo mandar a la mierda de manera educada (recientemente publicado por editorial Vergara), la psicóloga española Alba Cardalda, experta en psicoterapia cognitivo-conductual, dice que no nos han enseñado a comunicarnos de una manera sincera a la vez que respetuosa con las otras personas; no nos enseñaron de qué forma exteriorizar nuestro enfado sin atacar al otro. Por eso, en general solemos callar lo que nos gustaría decir, porque no encontramos una manera asertiva de hacerlo.

“Nos decimos ‘no tiene importancia’ o ‘no quiero causar un conflicto’ o ‘no me gustaría hacer enfadar a la otra persona’. Es decir, nos auto-reprimimos. Pero cuando nos reprimimos, lejos de reducir la intensidad de nuestras emociones, esta aumenta en nuestro interior y vamos acumulándola hasta que un día explotamos como un volcán y terminamos expresándonos de la peor forma”, describe Cardalda.

Para las especialistas, la clave está en empezar a escucharnos cada día un poco más. “Hacer una pausa antes de responder nos puede ayudar a calmar el cuerpo y a conectar con lo que realmente estamos sintiendo. Decir ‘ahora no puedo hablar, necesito unos minutos’ no es reprimir el enojo, es darte el tiempo para procesarlo de forma más clara y respetuosa”, revela Rico. Y suma: “El enojo genera mucha energía física. Por eso salir a caminar, correr, hacer deporte o incluso golpear una almohada, son maneras efectivas de liberar esa carga sin hacer daño a los demás ni a nosotros mismos”. 

En el libro El arte de vivir como un estoico, el filósofo y escritor estadounidense David Fideler destina un capítulo completo a la posibilidad de curar la ira desde la idea de la dilación, es decir, en la espera consciente que antecede a la reacción. «Es importante señalar que para Séneca y los estoicos, una emoción negativa extrema no puede originarse sin que la mente de primero su consentimiento a una impresión y luego acepte un juicio mental falso. Al hacer una pausa, resulta posible cuestionar las impresiones. También cabe desafiar un juicio mental o una creencia antes de aceptarlos», describe.

Otro punto fundamental es cuidarnos. Porque muchas veces el enojo aparece porque estamos agotados, porque no nos hemos dado el tiempo ni el espacio para atender nuestras propias necesidades. Entonces, descansar o hacer algo que nos guste es una forma de prevenir que esa acumulación emocional nos sobrepase. Pero, además, es entender que no todas las batallas merecen nuestra energía. Aprender a elegir cuándo actuar y cuándo dejar ir es un acto de autocuidado que nos libera: “Preguntarnos ‘¿esto realmente importa?’ puede ayudarnos a soltar lo que no vale la pena. Y eso no significa evitar el enojo, sino elegir sabiamente cómo y dónde usar esa energía”, comenta Rico.

En el mismo sentido, la psicóloga Mariana Kersz recomienda hacer el ejercicio de ir identificando nuestras emociones, para poder hacer una mejor gestión de las mismas: “En el caso del enojo, las personas no nos enojamos arbitrariamente en una escala de 1 a 10, como una Ferrari. Hay señales previas: emociones que se silencian, una tensión física, señales que da el cuerpo o el cerebro, pero elegimos omitirlas. Frente a esto, el enojo pareciera ser repentino o abrupto, pero no lo es. Si tenemos conciencia emocional podemos regularnos mejor, y así enojarnos de una manera más saludable para todas las partes”, concluye Kersz.

Fuente: https://www.sophiaonline.com.ar/con-la-persona-adecuada-de-la-manera-correcta-y-en-el-momento-justo-claves-para-enojarnos-bien/