vendredi 8 novembre 2019

Autoestima - Mariano Alameda

La autoestima es la reputación que nos damos a nosotros mismos. Que sea alta o baja depende de muchas cosas. Algunas son muy antiguas, como el haber sido un niño deseado, haber tenido unos padres cuidadosos, felices y disponibles o haber recibido una mirada sonriente y validadora por su parte. Otras son más modernas, como las que dependen de los logros conseguidos o de la admiración y pertenencia al grupo social actual, pero aunque estas sean buenas, no son capaces de deshacer los daños provocados en la infancia. Los niños saben que son, pero no saben quiénes son. Son conscientes, pero no son autoconscientes. La identidad se tarda en adquirir. Y por paradójico que nos parezca, nos vendrá de fuera. Es la mirada de los demás la que le otorgará al niño su primera imagen propia. Una vez que se ha ido creando, el niño se identificará con ella y le perseguirá el resto de su vida. Hay acontecimientos que pueden perturbar esa imagen, como un abandono en la infancia, el sentirse no bienvenido por colocación, o por sexo, o por tiempo inoportuno en los planes de los padres. Las tres heridas principales afectan a esto: la del maltrato, la del abandono y la de la invasión. Aunque la influencia de amigos y profesores es importante, – de ahí el daño que puede provocar el bulling-, siempre será menos dañina si los padres le ofrecieron al niño un abrigo emocional que le sirva de protección frente a daños posteriores. Si los padres no se han trabajado a si mismos, no soportarán en el niño sus propias sombras proyectadas y cargarán –inconscientemente- a los niños con sus propios daños, directos o invertidos. Si los padres no se han equilibrado a si mismos, ejercerán un amor condicionante y condicionado al niño. Le querrán si y solo si enmiendan sus propias carencias en él. Así aprenderá a quererse y valerse por cómo se comporta. No por lo que es.
Cuando por alguna de estas causas el niño no establezca una imagen propia adecuada, no creerá valer lo suficiente. Eso le llevará a no intentar conseguir sus cosas, porque creerá no merecerlas, o a no tener confianza en sus intentos posteriores para lograr lo que desea. Como no intentará con ganas, no conseguirá, y se cargará la otra manera de validarse: en base a lo conseguido. Si no intentas no logras, y si no logras, no se reforzará tu propio prestigio interno, y eso te llevará a la decepción y a peor autoestima.
También cabe la posibilidad de que alguien crea que va a mejorar su autoestima en base a tener cosas. De esa manera intentará comprar y parecer. Durante un ratito funciona, pero poco tiempo. La esencia siempre vuelve aunque la disfracemos.
Otros creen que por pertenencia al un grupo admirado lograrán la autoestima. Hay gente que tiene una autoimagen grupal inflada, supremacista, que se creen superiores a los demás. Se valoran por la pertenencia a un sector determinado de la población, por nacimiento o afiliciación voluntaria. Se intentan juntar con los que ellos creen exitosos, o con quienes tienen lo que ellos no. Se creen que son más por pertenecer al “pueblo elegido”, al partido político que gobierna, al club de fútbol ganador o al grupo de los triunfadores de turno. Esta estrategia de autoestima funciona mal, ya que son compensaciones de la imagen interna dañada. Los narcisistas son seres desvalidos, en el fondo. Y el narcisismo, con su tendencia a sobrevalorarse, tiene muy mala caída.
Por tanto, hay tres vías válidas para conseguir una buena reputación consigo mismo:

  • Una es la virtud, la benevolencia, la voluntad de hacer el bien y asociarse a la verdad, la belleza y la bondad. Eso siempre funciona si es hecho de corazón y no fingido. A medida que hacemos el bien, que nos comportamos de manera honesta, coherente y generosa, nuestra autoestima va creciendo porque nos alineamos con los valores perpetuos. No hablamos de moral religiosa o ideología de grupo. Hablamos de valores universales.
  • Otra es la vía terapéutica: descubrir cuándo y quién nos convenció de que no éramos válidos y dignos de amor y liberarse de esas cogniciones y emociones escondidas en el inconsciente. Es un proceso largo y costoso. La transformación de las heridas internas lleva tiempo y esfuerzo, pero permite sentirse cada día un poco menos infeliz, y aunque, a veces, haya recaídas momentáneas, es un proceso que vale la pena. Esto se aprende, si tienes un grupo con el que evolucionar y un buen guía interno o externo que sepa el camino por el que guiarte.
  • La tercera es la vía espiritual. El conocimiento de la verdadera identidad, la revelación de sentirse y saberse unificado con la totalidad, la certeza de darse cuenta de que la naturaleza es tu naturaleza, de que la divinidad es tu divinidad y que la realidad eres tú, te llenará de un amor y certeza tan grande que, aunque solo sea percibida por un instante, podrá compensar todos los déficits afectivos de la infancia. Para esto están las técnicas iniciáticas, espirituales: no te llevan a un sitio que no seas tú, sino que te hacen descubrir lo que eres, te llevan a caer dentro de un Ser mayor, que en verdad siempre fuiste. Quien te guíe en esto, el maestro que elijas, tiene que haber recorrido el camino completo o al menos un largo recorrido, pues no te podrá llevar más lejos del lugar en el que él se encuentre. Pero si sucede, y te ves en plenitud, entonces, sabiendo quién eres en verdad, no podrás tener mejor reputación, porque habrás despertado de la pesadilla del ego y sus conflictos de autoestima. Entonces te darás cuenta de que no eres más pequeño que las galaxias ni más grande que las hormigas. Entonces te darás cuenta de que los límites externos del espacio en verdad son los límites internos de tu ser. No se puede ser más grande, ni más presente, ni más transparente. El sentirse en la certeza de la identidad profunda elimina cualquier déficit de autoestima previa. El Ser es tu ser, no se puede ser más, ni menos. Las cosas existen porque tú le pones el ser a ellas. Tú, no siendo ninguna cosa en esencia, eres la totalidad de las cosas. En esa certeza, la autoestima que tengas no es importante, porque estarás mucho, mucho, mucho más allá de ella, el ego se habrá disuelto en la Totalidad.


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